Desde el inicio de la pandemia se consideró que la prevalencia de los contagios por la COVID, entre la población en situación de sinhogarismo y exclusión residencial, había sido menor debido a la realidad de aislamiento que afrontan. Discursos como el siguiente alimentaban esta hipótesis:
‘‘En el entorno en el que yo he estado que era ese entorno de pobreza absoluta y de poca higiene, había muy poca incidencia. Yo vi muy pocos casos de positivos y creo que al final era porque no nos relacionamos con nadie tampoco. Si tú sales a la calle y vas solo todo el rato… aunque te sientes en un banco, aunque te comas el bocadillo por ahí, no… no había intercambio ¿no? y era más difícil. (Alonso. HV-1.8).
Sin embargo, el 16.2% de las personas en situación de sinhogarismo y exclusión residencial participantes manifiesta haber tenido COVID, y un 4% ha estado hospitalizado por este motivo. Mientras, la prevalencia manifestada por la población general se encontraba en el 6.7%. Los contagios podrían haber sido limitados en el caso de personas que pasaron los momentos más duros de la pandemia solas y en situación de calle. Sin embargo, los discursos de las personas que estuvieron confinadas en alojamientos colectivos o compartiendo vivienda permiten ilustrar que esta hipótesis del aislamiento no es válida en buena parte de los casos.
‘‘Por ejemplo, te encontrabas mal. Treinta y ocho de fiebre ¿no? Bueno, ya… ¡pum! A una habitación que había allí al lado de recepción, que había un sofá, y ahí te dejaban ¿vale? El resto de la habitación, como habían contactao con ese, nos dejaban a todos en la habitación. Y yo decía: si este individuo tiene Covid, con que haya contagiao a uno de los nueve, los otros ocho vamos pa ́lante. (Félix. HV-1.3).
El estado de salud previo (más del 30% declara tener una enfermedad física o mental diagnosticada) pero, sobre todo, las condiciones de vida durante el confinamiento han supuesto un elemento de riesgo fundamental hacia los contagios y la prevalencia del virus entre esta población.

Repensar las alternativas de alojamiento colectivo en clave de una mayor privacidad, será una de las lecciones que la pandemia nos ha dejado. Además, cómo favorecer una mayor privacidad que no conduzca a un mayor aislamiento será uno de los retos que la innovación social tendrá que modelizar y poner en marcha.